La Giralda
La más notable empresa arquitectónica del siglo XII, hecha por los musulmanes fue nada más y nada menos que una gran mezquita en la ciudad de Sevilla, por Jacub Almansur, el Muwahida.
Un historiador arábigo refiere: “en el año de 593 (1196-97 de Cristo) volvió a Sevilla el príncipe de los creyentes, y terminó allí la construcción de la mezquita, y del alminar, cuyos cimientos había echado tres años antes, adornando la cima del alminar, con muy hermosas bolas, en formas de frutos”.
De la magnitud de estas bolas se tiene idea con decir que la de tamaño mediano no pudo entrar por la puerta del Muezin hasta que se ensanchó la parte inferior de dicha puerta, arrancando algunas piedras y quitando el mármol de la misma. Estas bolas fueron mandadas fabricar por Yusuf Yacub Al Mansur, tras su victoria en la batalla de Alarcos frente al rey Alfonso VIII de Castilla, que fue clamorosamente derrotado.
El artista que fabricó estas bolas, empleando en el dorado 7000 mizcales grandes jacobíes, y las elevó y colocó en su sitio fue Abu Leis “el Siciliano”. El dorarlas costó cien mil dineros de oro. Estas fueron colocadas con gran júbilo popular el 10 de Marzo de 1198. Eran tan relucientes que semejaban las estrellas del Zodiaco, según expresión de Ibn Sahib al-Salá, contemporáneo de este acontecimiento. En consonancia con esto habla Makkari del alminar de Sevilla, que contruyó Jacub Almansur, y dice que en todo el Islam no había otro que le sobrepasase en altura y magnificencia.
Las Crónicas del rey D. Fernando describen el alminar tal como lo encontró el conquistador. La torre, dice, “es por muy sutil y maravillosa arte labrada. Tiene en anchura sesenta brazas, e doscientas e cuarenta en altura. Tiene otra gran excelencia, que tiene la escalera por dónde suben a ella muy ancha, e tan llana e tan compasada, que todos los reyes e reinas y grandes señores que a ella quieren subir a mula o a caballo, pueden muy bien subir hasta encima. E encima de la torre está otra que tiene 8 brazas en alto, hecha por maravillosa arte, e encima de ellas están cuatro manzanas, una sobre la otra, tan grandes y de tan grande obra e hermosura que no creo que hallen otras tales en todo el mundo”.
“La que está sobre todas es la menor. Y luego la segunda es la mayor y la tercera es la muy mayor. De la cuarta, no se puede decir su grandeza ni su extraña obra, que es cosa increíble a quién no la vido. Esta es labrada por muy gentil arte, tiene doce canales, cada una de ellas de cinco palmos de ancho, y cuando la metieron en la ciudad no pudo caber por la puerta, y fue menester que quitasen la puerta y ensanchasen la entrada para metella. Cuando el sol da en estas manzanas, resplandecen tanto que se ven de más lejos que una jornada”.
No cabe duda de que los cristianos se enamoraron de aquella esbelta torre, y en las capitulaciones de Sevilla en 1248, se mandaba respetar y no tocar ni la torre ni la mezquita mayor. Cuenta la tradición que el infante don Alfonso, futuro Rey Sabio, respondió “que por un solo ladrillo que quitasen de la torre, los pasaría a todos a cuchillo”.
Este alminar se conserva hoy y es la célebre Giralda, cuya parte inferior corresponde al alminar sin modificación, si bien la parte superior, ahora es una torre campanario que sustituyó a estas maravillosas bolas doradas, las cuales se cayeron en el terremoto de la ciudad de 1356, festividad de San Bartolomé, bajo el reinado del rey Pedro I, que dejó en su testamento tres mil doblas de oro castellano para la reparación de la torre.
Se formó primero un modesto campanario, en el año 1400 se colocó el primer reloj en España, pero no es hasta la segunda mitad del siglo XVI que Hernán Ruiz, transforma la torre, dándole su actual forma con un cuerpo de campanas y el Giraldillo como corona.
Este fue también el alminar que se encuentran todos aquellos judíos que llamados por Fernando III, acuden a Sevilla a repoblarla y ayudar a su reconstrucción como ciudad después de las guerras, entre árabes y cristianos, y posterior expulsión de los Almohades por este rey. Anteriormente, durante época almohade, la comunidad judía habría sido forzada al exilio.
Hoy la podemos disfrutar en su posterior forma, todos los ciudadanos y los visitantes que vienen a Sevilla, y aún hoy quedamos y quedan maravillados por ella.
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