La iglesia de El Salvador se construyó sobre la
mezquita aljama
La que hoy
es la iglesia del Salvador fue construida sobre la Mezquita Aljama o principal
de Ixbilia (Sevilla) en la época del Rey Al Mutamid (siglo XI), quién mandó
ampliar el alminar, que aún está ahí parcialmente en pie y que posteriormente
quedó incorporado al actual campanario. Aún queda lo que fue el patio de
abluciones, columnas y arcos, así como una parte de la construcción islámica
hoy ocupada por una cripta de una familia noble de la Sevilla antigua. De las
columnas sólo podemos apreciar la parte superior de las mismas, porque la cota
del suelo durante tantos siglos ha subido unos tres metros aproximadamente.
Al-Mutamid: poder, poesía y amor
En época del
rey Al-Mutamid (1069) la judería de Sevilla gozó de momentos dulces de
tranquilidad y prosperidad. La judería
sevillana conoció días aún más tranquilos a partir del reinado de Mohamed
Almotamid ibn Abbad, joven inteligente, valeroso, compasivo, y más valiente
-más poeta también- que su padre. Se le reprochaba únicamente que se mostrara
demasiado poco religioso, lo que explicaría su benevolencia con los judíos.
Solía beber vino y autorizaba a sus soldados a hacer lo mismo.
Espíritu muy
elevado, poeta sin rival, corazón generoso y por encima del estrecho fanatismo
de su época, recurrió a todos los hombres valiosos sin preguntarles cuál era su
religión, su patria o su raza. Su corte, tan suntuosa como ilustrada, podía
rivalizar con las más fastuosas de oriente como de occidente. Pero lo que más
le honraba era que a su lado solo se podía medrar por méritos y no por
adulación rastrera.
Incluso su
casamiento con la hermosa y encantadora Rumaikiya, también llamada Itimad, fue
un matrimonio por amor más bien que una boda debida a la fría razón de estado.
Sevilla es
una novia;
Aben Abad es
su prometido;
su corona es
el Aljarafe;
el
Guadalquivir, su collar.
A esta
canción, expresión del sentimiento popular, Al-Mutamid respondió cambiando el
nombre de Ixbilia por el de Alhabedia, que derivaba de su propio nombre.
(Texto del
prof. Bejarano, 1914)
Este príncipe había pasado su juventud, en la ciudad de Silves, Al-Mutamid, siempre guardó un dulce recuerdo de esta ciudad, así como del palacio de Serasdjib, dónde se crió. El caracter de Al-Mutamid era más inclinado a los goces y a los placeres materiales y espirituales que a la guerra. Ello le llevó a una gran derrota en vida de su padre, cuando éste lo mandó a una expedición contra Málaga, y Al-Mutamid se distrajo con sus compañeros de armas en fiestas, por lo que se vió sorprendido y arrollado por sus enemigos. Su padre hondamente enojado con él, le encarceló y a punto estuvo de aplicarle el último suplicio, pero las poesías que le dirigió Al-Mutamid lograron poco a poco mitigar su ira y logró su perdón.
Posteriormente,
Al-Mutamid demostró mayor habilidad para la guerra, cuando heredó el reino,
agrandándolo con la conquista de Córdoba y otras tierras, llegando el reino
de Sevilla hasta cerca de Toledo.
Al-Mutamid,
según algunos historiadores, era el más liberal, hospitalario, magnánimo y
poderoso de entre todos los príncipes, y su palacio era la posada de
peregrinos, el punto de reunión de los ingenios y el centro a dónde se dirigían
todas las esperanzas, de suerte que a ninguna otra corte acudían tantos sabios
y poetas de primer orden.
Con él
estaba siempre su esposa Itimad, célebre por sus dotes como poetisa, de la que
se enamoró cuando la conoció a orillas del Guadalquivir, y fue vencido por ella
en el arte de improvisar poesías.
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