El Barrio de San Bartolomé es una de
las partes más importantes de la antigua zona Judía de la ciudad hispalense.
Dentro de él se ubican calles llenas de magia y con multitud de atractivos. Es
un barrio que aúna arte y sentimiento a lo largo de sus conventos. Sus
callejuelas forman un laberinto del que muchas veces no se quiere salir y donde
todavía se puede respirar el aroma histórico que dejó la comunidad sefardí en
cada rincón del barrio.
El cerco de la histórica Judería de
Sevilla comenzaba en la calle Tintes, transcurría por la plaza de las
Mercedarias, por Conde de Ibarra, seguía por la Calle Federico Rubio hasta
concluir en Mateos Gago. En total, abarcaba las dos partes o hemisferios de la
Judería de Sevilla (el mencionado Barrio de San Bartolomé y el barrio de Santa
Cruz). Para facilitar el paso a través de las murallas, existían una serie de
postigos que conectaban con el resto de barrios de la Judería. En el otro lado,
se encuentra la famosa Puerta de las Perlas, la cual permitía mirar al campo y al
cementerio sefardí que se encontraba por la zona del actual mercado en la
Puerta de la Carne.
Las calles de Santa María la Blanca
y la calle de San José se erigen como la columna vertebral del barrio que
después se va diversificando en pequeñas callejuelas y ramificaciones. Todas
estas callejuelas cuentan con un embriagador encanto. Nos referimos a las
calles Cano, Cueto, San Clemente, Céspedes o Levíes, tal y como se desprende de
la información ofrecida por la red de Juderías de España “Caminos de Sefarad”.
Otros sitios claves del barrio de San Bartolomé son las plazas de los
Curtidores, la plaza de las Mercedarias y la plaza de los Zurradores. Estas
ubicaciones pueden ser consideradas como los pulmones de la zona.
Cuando Sevilla fue conquistada, Fernando
III proporcionó a los judíos que habitaron Sevilla tres mezquitas con el fin de
que la convirtieran en sinagogas y pudieran llevar a cabo sus actos de culto.
Una de ellas es la que existió en la plaza de Santa Cruz, y las otras dos
estaban instaladas en este barrio de San Bartolomé. En concreto se trataban de
la sinagoga de Santa María la Blanca y la de San Bartolomé.
La antigua sinagoga-iglesia de Santa
María la Blanca fue transformada en templo cristiano a finales del siglo XIV
después de las matanzas producidas en la judería de Sevilla. El actual nombre
fue impuesto por el cabildo catedralicio en honor a Santa María de las Nieves.
La portada que se encuentra en uno de los laterales del edificio en la calle
Archeros, aún mantiene dos fustes de los romanos que eran parte de la antigua
sinagoga. En su lugar, ahora se encuentra la iglesia de Santa María la Blanca,
que fue construida en 1662 bajo la influencia del barroco. Es de una sola
planta donde se pueden distinguir tres estancias subdivididas a través de
columnas de mármol que forman bóvedas. Se considera a los hermanos Borja y a
Murillo como los autores de la yesería y pinturas que se aprecian en el templo.
La antigua sinagoga-iglesia de San
Bartolomé fue la única que se mantuvo como sinagoga tras los sucesos de 1391.
Se estima que el antiguo templo judío fue levantado en la zona donde hoy se
ubica el convento de las Salesas. En su conversión a templo cristiano, en 1490
(casi un siglo más tarde que el resto de sinagogas), se llevaron a cabo obras
de adaptación y agrandamiento de espacios tal y como consta en los documentos
de la época. Una vez acabada las obras, el templo del barrio de San Bartolomé
fue abierto para el culto cristiano con el nombre de San Bartolomé El Nuevo.
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