martes, 2 de febrero de 2016

El Barrio de San Bartolomé y sus antiguas sinagogas



El Barrio de San Bartolomé es una de las partes más importantes de la antigua zona Judía de la ciudad hispalense. Dentro de él se ubican calles llenas de magia y con multitud de atractivos. Es un barrio que aúna arte y sentimiento a lo largo de sus conventos. Sus callejuelas forman un laberinto del que muchas veces no se quiere salir y donde todavía se puede respirar el aroma histórico que dejó la comunidad sefardí en cada rincón del barrio.
El cerco de la histórica Judería de Sevilla comenzaba en la calle Tintes, transcurría por la plaza de las Mercedarias, por Conde de Ibarra, seguía por la Calle Federico Rubio hasta concluir en Mateos Gago. En total, abarcaba las dos partes o hemisferios de la Judería de Sevilla (el mencionado Barrio de San Bartolomé y el barrio de Santa Cruz). Para facilitar el paso a través de las murallas, existían una serie de postigos que conectaban con el resto de barrios de la Judería. En el otro lado, se encuentra la famosa Puerta de las Perlas, la cual permitía mirar al campo y al cementerio sefardí que se encontraba por la zona del actual mercado en la Puerta de la Carne.
Las calles de Santa María la Blanca y la calle de San José se erigen como la columna vertebral del barrio que después se va diversificando en pequeñas callejuelas y ramificaciones. Todas estas callejuelas cuentan con un embriagador encanto. Nos referimos a las calles Cano, Cueto, San Clemente, Céspedes o Levíes, tal y como se desprende de la información ofrecida por la red de Juderías de España “Caminos de Sefarad”. Otros sitios claves del barrio de San Bartolomé son las plazas de los Curtidores, la plaza de las Mercedarias y la plaza de los Zurradores. Estas ubicaciones pueden ser consideradas como los pulmones de la zona.
Cuando Sevilla fue conquistada, Fernando III proporcionó a los judíos que habitaron Sevilla tres mezquitas con el fin de que la convirtieran en sinagogas y pudieran llevar a cabo sus actos de culto. Una de ellas es la que existió en la plaza de Santa Cruz, y las otras dos estaban instaladas en este barrio de San Bartolomé. En concreto se trataban de la sinagoga de Santa María la Blanca y la de San Bartolomé.
La antigua sinagoga-iglesia de Santa María la Blanca fue transformada en templo cristiano a finales del siglo XIV después de las matanzas producidas en la judería de Sevilla. El actual nombre fue impuesto por el cabildo catedralicio en honor a Santa María de las Nieves. La portada que se encuentra en uno de los laterales del edificio en la calle Archeros, aún mantiene dos fustes de los romanos que eran parte de la antigua sinagoga. En su lugar, ahora se encuentra la iglesia de Santa María la Blanca, que fue construida en 1662 bajo la influencia del barroco. Es de una sola planta donde se pueden distinguir tres estancias subdivididas a través de columnas de mármol que forman bóvedas. Se considera a los hermanos Borja y a Murillo como los autores de la yesería y pinturas que se aprecian en el templo.
La antigua sinagoga-iglesia de San Bartolomé fue la única que se mantuvo como sinagoga tras los sucesos de 1391. Se estima que el antiguo templo judío fue levantado en la zona donde hoy se ubica el convento de las Salesas. En su conversión a templo cristiano, en 1490 (casi un siglo más tarde que el resto de sinagogas), se llevaron a cabo obras de adaptación y agrandamiento de espacios tal y como consta en los documentos de la época. Una vez acabada las obras, el templo del barrio de San Bartolomé fue abierto para el culto cristiano con el nombre de San Bartolomé El Nuevo.

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