Si se atraviesa la famosa Plaza de
Alfaro se llega la emblemática Plaza de Santa Cruz. Este lugar, uno de los
puntos a destacar de nuestras rutas culturales por la judería de Sevilla, se
halla envuelto por frondosos árboles y zonas ajardinadas que dotan de toques
verdes a la emblemática plaza. En la misma plaza se pueden encontrar numerosos
hogares de la antigua nobleza. Quizás, la más destacable sea la de Juan Talavera,
uno de los arquitectos con más influencia en la arquitectura regionalista.
En la antigüedad, la plaza estaba
presidida por la parroquia de la Santa Cruz, y de ahí le viene el nombre. Este
lugar de culto responde a la arquitectura mudéjar. Hasta 1391, la parroquia de
la Santa Cruz era una de las tres sinagogas que albergaba la judería de
Sevilla. No obstante, los sucesos acaecidos a finales del siglo XIV hicieron
que la sinagoga en cuestión se convirtiera en la parroquia que fue
posteriormente.
La palabra sinagoga tiene un
significado especial en griego, y es que si traducimos esta palabra desde el
idioma de Grecia hasta el español deberíamos de hacerlo por “lugar de reunión”.
La sinagoga de la plaza de Santa Cruz y todas las sinagogas del mundo deben
estar orientadas hacia la Ciudad Santa de Jerusalén. Los judíos celebran en su
interior las ceremonias religiosas y la oración en comunidad. Durante las
ceremonias se procede a la lectura de la Torá. El acto suele ser dirigido por
los rabinos ayudados por la figura del “cohen” o niño cantor. Entre las
curiosidades que se pueden destacar de las ceremonias celebradas en el interior
de las sinagogas, podemos destacar la separación de las zonas donde se sientan
los hombres y las mujeres. Esto es así desde la época medieval, pero también
hoy en día se sigue produciendo esta situación como fruto de la tradición
judía.
Pero además, las sinagogas albergan
otras actividades de diverso ámbito como estudios específicos y encuentros
entre seguidores del judaísmo. Por este motivo, las sinagogas no se considera
exclusivamente un lugar de oración, sino que se les reconocen otras funciones
tales como las de funcionar como centros de instrucción, ya que en ellas se
lleva a cabo la labor de escuela talmúdica, así como punto de encuentro para
otras actividades orientadas a la relación social.
A principios del siglo XIX, el
gobierno de ocupación llegado desde Francia decretó el derribo del templo que
presidía la plaza de Santa Cruz debido al estado tan deteriorado de la estructura
en cuestión y dentro del plan de reurbanización de la capital hispalense. De
este templo solo quedan algunos pilares del edificio que antaño fuese una
iglesia-sinagoga que ahora se encuentran en la calle de la Rábida soportando el
peso de una gran reja.
En el mismo templo de culto es donde
se encontraban los restos de Murillo hasta que en el derribo de 1811
quedaran sepultados. De hecho, así lo recuerda una placa que se encuentra
ubicada en la parte oeste de la plaza de Santa Cruz.
Posteriormente, en 1921 se colocaría
en el medio de la plaza la Cruz de la Cerrajería. Esta escultura data del año
1692. Su autor es el rejero Sebastián Conde y fue colocada en la plaza de Santa
Cruz tras ser trasladada desde la unión de las calles Sierpes y Cerrajería,
motivo por el que le es otorgado el nombre. El monumento en cuestión no estuvo
exento de polémica, pues muchos alegaban que estuvo causando problemas de
circulación lo que obligó a desmontar y volver a montar la cruz hasta que en el
siglo XIX se trasladó al Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ya en el año 1921 se
posaría sobre el jardín de la plaza de Santa Cruz para nunca más volver a
abandonar su lugar.
La plaza de Santa Cruz es uno de los
puntos claves que atravesamos y describimos en nuestras rutas culturales (históricas o histórico-musicales). Si
quieres visitar este y otros puntos emblemáticos de la herencia cultural judía
depositada en Sevilla, no dudes en contactar con nosotros. Estaremos encantados
de poder descubrir con usted los secretos que guardan los rincones de la
capital andaluza.
www.besepharad.net
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