martes, 2 de febrero de 2016

Cinco siglos después España está cerrando una herida



(Columna de Be Sepharad, 02 dic 2015)


Cinco siglos después en España se está cerrando una herida, resolviendo un episodio de nuestra historia como el de la expulsión de los judíos decretada por los Reyes Católicos en 1492, mediante la aprobación de la ley que permite a los sefardíes obtener la nacionalidad española. El rey Felipe VI, en el día de ayer, ha mostrado su alegría por sancionar dicha ley como Jefe del Estado en un acto solemne con representantes de las comunidades judías españolas.
Este reconocimiento encarna un viaje de vuelta a casa de un pueblo que pudo haber tenido sus primeros contactos con la Península Ibérica durante el primer milenio a.C. y del que  se tienen evidencias contrastadas de su presencia en época romana.
La vida de los judeoespañoles nunca fue fácil, pero no por ello dejaron de contribuir a la cultura y a la vida de la tierra en la que vivían. Hubo momentos de relativa tolerancia e integración, como en los primeros siglos de al-Andalus, donde los judíos germinaron una cultura hebrea propia y destacaron como científicos, poetas y visires, situación que se vio truncada con la llegada de almorávides y almohades. En los reinos cristianos, durante la Baja Edad Media, siguieron siendo bien valorados intelectualmente y ocupando cargos importantes en la corte, pero la presión de la Iglesia no cesaba sobre los judíos para que se convirtieran al catolicismo, y el sentir popular hizo de ellos el chivo expiatorio contra quienes dirigir la ira en momentos de tensión. Durante el pogromo que tuvo lugar en 1391 muchos judíos fueron forzados a la conversión, suponiendo que estos cristianos nuevos estuvieran bajo el punto de mira por la sospecha de que mantuvieran su religión en secreto, hecho que motivó la aparición de la Inquisición en 1478.
En 1492, los judíos expulsados y dispersados a lo largo y ancho del Mediterráneo encenderían en el alma de sus descendientes el anhelo por volver a la que había sido su tierra, a la que ellos habían llamado Sefarad. Es por ello que hoy día todavía pervive el sentimiento de los sefardíes por volver a sus orígenes. Leyes y gestos como el de hoy favorecen la cura de esa herida, y proyectos como Be Sepharad hacen posible el encuentro con una cultura que forma parte de nosotros.
En palabras del Rey, los hemos echado de menos, claro que sí, y nunca llegaremos a saber el valor incalculable de la pérdida a todos los niveles que, como pueblo, hemos sufrido los españoles por la marcha forzada de los judíos sefardíes.
Nos queda, eso sí, el consuelo y la esperanza en un nuevo futuro, y el hecho de asistir en primera persona al momento histórico en que como pueblo reiniciamos nuestra andadura por la Historia, contando con unos españoles a los que de nuevo se les han abierto unas puertas que nunca debieron ser cerradas, por el bien de ellos, y por el del resto de los que conformamos la España de hoy, la nueva Sefarad.
 

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