domingo, 20 de marzo de 2016

La antigua sinagoga de Sevilla: entregada de nuevo al olvido de los tiempos


Un viajante inglés que recorría nuestro país y recaló en Sevilla, al pasar por la judería observando el casi inexistente legado material de la gran e importante comunidad judía que aquí existió, decidió entrar en la actual iglesia de Santa María la Blanca, situada en la antigua judería y escribió lo siguiente:

"El sol brillaba en los ventanales, sobre los pilares y hacia la parte superior derecha de la iglesia miré hacia  arriba, y se me reveló la imagen de unos huecos tapados hechos de ladrillo,  en  forma de arcos mudéjares que no habían sido revocados, y que contrastaba dramáticamente con el resto de la unidad de diseño de la iglesia". Eran la única parte visible  de la estructura de la sinagoga medieval que aún existe oculta bajo los trabajos de yesería barroca, realizados en siglos posteriores.

Para mí se convirtió en un símbolo de los miles de judíos que habían sido obligados a convertirse y que lograron mantener ocultas algunas de las creencias y rituales del judaísmo, a sus vecinos y a la Inquisición, hasta el momento en que pudieron  (y muchos lo hicieron) escapar de España y unirse a la comunidad judía, o hasta el momento la Inquisición tocó a sus puertas y comenzó el terrible proceso de interrogatorio, sentencia y muerte siendo muchos de ellos quemados en la hoguera por  parecer o actuar como "judaizantes". La Inquisición también mandó quemar libros, especialmente el Talmud, en sus  últimos años, según se extendía por toda Europa.

El filósofo Baruk Spinoza fue uno de los  descendiente  de estos refugiados de España, en centro Europa. Cada vez más estudiosos creen que fue el primer filósofo que defendió el laicismo, y así para los españoles que desde la conquista napoleónica se distanciaron de la Iglesia y lucharon para construir un estado liberal dentro de lo que fue un estado absolutista y en el que la Iglesia tenía un poder inmenso, fue y sigue siendo su Libertador.

Fue Spinoza uno de los pensadores descendientes de judíos conversos que tuvieron que huir de nuestro país, sin los que sería posible la libertad de prensa o editorial en España, no siendo ésta ya una víctima de  la Inquisición española.

Es curioso que muchos  españoles que leen las páginas  de los más de cincuenta  periódicos de muy diversa índole e ideología que pueden ser adquiridos en los quioscos de las calles  cercanas a la iglesia no son conscientes de ésto.

 

Pues bien, si éste viajero volviera hoy a Sevilla y visitara de nuevo  esta misma iglesia de Santa María la Blanca, ya no verá ni siquiera esos arcos de la antes sinagoga, esa última prueba visible de que ésta, a pesar del esfuerzo de tantos siglos por destruir todo vestigio de la historia y la cultura judía en Sevilla y en Sefarad, sigue ahí.



Aunque ya ha vuelto a ser ocultada, ya no es visible, ya ha sido callado su exiguo pero importantísimo testimonio, prueba única en Sevilla de lo que fuimos, de lo que existió como parte de nuestra historia, de nuestro legado: una gran e importantísima judería, de la que salieron grandes filósofos, médicos, astrónomos, poetas, músicos, artesanos, cambistas, libreros y un largo etc.


Nadie más lejos de merecer nuestro olvido, nuestro repudio y nuestra ingratitud que todos estos antepasados, que con independencia de su religión, fueron sevillanos, españoles como los que más, y no merecen su ocultación a los ojos de la historia y a los nuestros, como de nuevo han sido ocultados, ignorados, y repudiados los vestigios aún existentes de la que fue una de las sinagogas más importantes de Sevilla y de la Sefarad de aquellos tiempos.

¿Qué dirá nuestro amigo visitante, cuando compruebe en su  próxima visita que ya ni esa pequeña muestra o símbolo de todo lo que se ocultó y persiguió está visible y de nuevo el símbolo fue tapado, ahogado? ¿Qué diría Baruch Spainoza, si comprobara que en pleno siglo XXI, aún no existe la libertad de reconocer y hacer público el hecho de que en lo que hoy es una iglesia cristiana, en su tiempo se situó una sinagoga judía y antes una mezquita musulmana?

Es imperativo que alguna vez empecemos a tratar nuestro pasado y nuestro legado material e inmaterial con el respeto y la dignidad que merecen.

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