Pepa Rull
Sevilla, Isbilia,
en Sefarad. Su judería y la calle de su
mismo nombre, “calle Judería”, esencia de los diferentes pueblos y culturas que habitaron esta ancestral ciudad.
Calle
majestuosa, desde el patio de banderas del Alcázar, pasamos por un blanco y
evocador pasadizo, construido para
seguridad y salvaguarda del paso de las personas importantes, al pasear por
ella, sentimos el silencio de lo velado, lo oculto, como la propia historia
judía de la ciudad.
En seguida
nos encontramos con unas antiquísimas
bóvedas de piedra, de escasa altura, en
forma de “S”, imperfectas y antiguas, sirvieron para la defensa del Alcázar al
ser el interior de una torre-postigo del
mismo, que tras un instante de penumbra podremos apreciar en el exterior. Imagen de una plasticidad que es difícil no ver
plasmada en obras de cuanto pintor haya pasado por Sevilla.
Continuamos
andando, quedando ensimismados por la
magia, la luz , el color, la fragancia de las flores que cuelgan de los
balcones y los jazmines junto a la majestuosa fuente, adyacente a los muros del
Alcázar de la que el agua borbotea,
dejando su frescor…
Frente
a la fuente, un poema de Cernuda,
nos veremos casi sin querer leyendo una poesía dentro de otra poesía, en este rincón de
embrujo que los judíos de Sevilla antes de tener que marchar, transitaron y
habitaron…
Entre las
calles Vida, Muerte, Agua y los vestigios de murallas y fortalezas, nos veremos
atrapados en un mundo bellamente irreal, dónde junto a la música del agua de la
fuente y el olor de los jazmines, seremos capaces de escuchar el eco de
aquellas gentes, los judíos, que dejaron su impronta en esta maravillosa ciudad,
en la calle “Judería”.
*El artículo aparecerá en la web http://www.loveofspain.com/
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