viernes, 11 de marzo de 2016

La judería de Sevilla, una de las grandes huellas que quedan de Sefarad

La capital de Andalucía es una de las ciudades españolas que más rincones judíos conserva. Los restos de la época en la que España era más conocida como Sefarad siguen siendo lugares llenos de encanto y magia, y una de sus extensiones más notorias, la judería de Sevilla, una visita obligada para los turistas que visitan la capital hispalense.

Los populares Barrios sevillanos de Santa Cruz, San Bartolomé y Santa María la Blanca conservan una de las juderías más antiguas de España. Y es que, desde que los judíos llegaran a la ciudad allá por el siglo XIII, en los primeros años de la conquista cristiana, ocuparon un gran espacio dentro de ella, situándose concretamente al norte del Alcázar, algo muy habitual en las ciudades cristianas a las que llegaba el movimiento judío.

Poco después de su llegada, los judíos asentados en Sevilla crearon uno de los barrios más característicos de la ciudad por aquellos tiempos que tan lejanos quedan. Un lugar que quedó aislado en cierta medida de la ciudad a través de un muro que se unía a la muralla, a la vez que se unía a ella gracias a dos puertas.

Los judíos que habitaban la aljama tenían sus propias costumbres, jurisdicción, e incluso normas. Aunque, en este sentido, hay que señalar que a pesar de la importancia del barrio judío en la Edad Media, no todos los miembros de esta religión vivían allí. Así pues, aunque la mayor parte de los practicantes de la religión judía habitaran la aljama, otros muchos tenían sus negocios en punto diferentes de la ciudad y también vivían fuera del recinto de la judería, un claro ejemplo fue la construcción de sinagogas fuera del barrio judío. Tanto es así, que en el siglo XIV judíos y cristianos vivían prácticamente mezclados en la Sevilla medieval.

En el siglo XVI uno de los barrios más emblemáticos de la antigua Híspalis fue destruido y convertido en huertos por los cristianos, aunque aún en la actualidad se siguen conservando vestigios de una de las culturas que más presentes han estado en la historia de España y que echó raíces en Sevilla. Un hecho que ha llevado a la capital andaluza a convertirse en una de las ciudades más ricas en el patrimonio cultural judío.

Plazas, casas, sinagogas y restos que reflejan las costumbres funerarias de los antiguos judíos del Medievo son actualmente una de las visitas más demandadas y obligadas para aquellos turistas que visitan Sevilla. Algunos de los ejemplos más importantes los encontramos en los Palacios de Mañara, Altamira o Céspedes, todos ellos concentrados en los Barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San Bartolomé, y componiendo un enclave sefardí más que valioso y amplio, que en la actualidad han pasado a pertenecer a familias importantes de la capital.

Otras herencias judías valiosas serían los espacios religiosos, que más tarde pasaron a manos de la Iglesia Católica, pero donde se edificaron sinagogas como las de Santa María la Blanca, Santa Cruz o San Bartolomé. Aunque siguiendo con las huellas del barrio judío, hay que destacar uno de los aspectos más característicos que identifican a Sevilla, el muro que separaba el barrio judío del resto de la ciudad y las extintas puertas por las que se accedía. De la judería la ciudad heredó las puertas de la Carne, San Nicolás y Mesón del Moro, la primera de ellas la más famosa y que se situaba a la altura de la calle de Santa María la Blanca.

A lo largo de la historia muchas han sido las modificaciones sufridas por las edificaciones y los lugares que un día pertenecieron a los judíos que habitaban la antigua Sevilla. De ellos se ha heredado no sólo monumentos, sino también costumbres y un gran bagaje cultural, donde se pueden destacar aspectos curiosos como el de los refranes que proceden de aquella época.

Está claro que Sevilla cuenta con uno de los patrimonios artísticos más admirados y ricos. Si de los recuerdos judíos que quedan en ella se trata, la convierten en una de las ciudades más importantes de España, ya que la judería de Sevilla fue durante mucho tiempo uno de los centros judíos más importantes de la antigua Sefarad.


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