La capital de Andalucía es una de
las ciudades españolas que más rincones y monumentos judíos conserva. Los
restos de la época en la que España era más conocida como Sefarad, siguen
siendo lugares llenos de encanto y magia y una de sus extensiones más notorias,
la judería de Sevilla, una visita obligada para los turistas que visitan la
capital hispalense.
Los populares Barrios sevillanos de
Santa Cruz, San Bartolomé y Santa María la Blanca conservan una de las juderías
más antiguas de España. Y es que desde que se recuperó la presencia judía en
Sevilla a mediados del siglo XIII, tras la conquista cristiana de 1348, ocuparon
un gran espacio de la ciudad situado concretamente al norte del Alcázar, algo
muy habitual en las ciudades cristianas a las que llegaba el movimiento judío.
Poco después de su llegada, los
judíos asentados en Sevilla crearon uno de los barrios más característicos de
la ciudad por aquellos tiempos que tan lejos quedan. Un lugar que quedó aislado
en cierta medida de la ciudad a través de un muro que se unía a la muralla, a
la vez que se unía a ella gracias a dos puertas.
Los judíos que habitaban la aljama
tenían sus propias costumbres, jurisdicción, e incluso normas. Aunque, en este
sentido, hay que señalar, que a pesar de la importancia del barrio judío en la
Baja Edad Media, no todos los pertenecientes a esta religión vivían allí. Así,
aunque la mayor parte de los practicantes de la religión judía habitaran la
aljama, otros muchos tenían sus negocios en punto diferentes de la ciudad y
también vivían fuera del recinto de la judería, un claro ejemplo fue la
construcción de sinagogas fuera de la misma. Tanto es así, que en el siglo XIV
judíos y cristianos vivían prácticamente mezclados en la Sevilla medieval.
En el siglo XVI uno de los barrios
más emblemáticos de la antigua Híspalis fue destruido y convertido en huertos
por los cristianos, aunque aún en la actualidad se siguen conservando vestigios
de una de las culturas que más presentes ha estado en la historia de España y que
echó raíces en Sevilla. Un hecho que ha llevado a la capital andaluza a
convertirse en una de las ciudades más ricas en el patrimonio cultural judío.
Plazas, casas, sinagogas y restos
que reflejan las costumbres funerarias de los antiguos judíos del Medievo, son
actualmente una de las visitas más demandadas y obligadas para aquellos
turistas que visitan Sevilla. Algunos de los ejemplos más importantes los
encontramos en los Palacios de Mañara, Altamira o Céspedes, todos ellos
concentrados en los Barrios de Santa Cruz, Santa María la Blanca y San
Bartolomé, y componiendo un enclave sefardí más que valioso y amplio, que en la
actualidad han pasado a pertenecer a familias importantes de la capital.
Otras herencias judías valiosas
serían los espacios religiosos, que más tarde pasaron a manos de la Iglesia
Católica, pero donde se edificaron sinagogas como las de Santa María la Blanca,
Santa Cruz o San Bartolomé. Aunque siguiendo con los restos judíos, hay que
destacar uno de los aspectos más característicos que identifican a Sevilla, sus
puertas, de la que pocos restos quedan. De los judíos, la ciudad heredó las
puertas de la Carne, San Nicolás y Mesón del Moro, la primera de ellas la más
famosa y que se situaba a la altura de la calle de Santa María la Blanca.
A lo largo de la historia muchas han
sido las modificaciones sufridas por las edificaciones y los lugares que un día
pertenecieron a los judíos que habitaban la antigua Sevilla. De ellos se ha
heredado no sólo monumentos, sino también costumbres y un gran bagaje cultural,
donde se pueden destacar aspectos curiosos como el de los refranes que proceden
de aquella época.
Está claro que Sevilla cuenta con
uno de los patrimonios artísticos más admirados y ricos. Si de los recuerdos
judíos que quedan en ella se trata, la convierten en una de las ciudades más
importantes de España, ya que la judería de Sevilla fue durante mucho tiempo
uno de los centros judíos más importantes de la antigua Sefarad desde que esta
religión, que se terminaría prohibiendo poco después, se estableciera en
nuestro país en la época medieval.
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